Había una vez una tortuga hembra que un día puso huevos en la playa.
Hubo un momento en el que salieron todas las tortugas excepto una. En ese momento un cazador que pasaba por allí, vio el huevo abandonado y se lo llevó.
- Pobre huevecito, te llevaré a casa - pensó el cazador. Y así fue.
Cuidó el huevo, y llegó un día en el que el cascarón empezó a romperse y apareció una bonita tortuga.
- ¡Una tortuga! - gritó el cazador sorprendido
Cuando la tortuga creció tuvo que llevarla a un zoo porque no conseguía tanto dinero como para cuidar a sus tres hijos, a su mujer que en estos momentos estaba en el paro y a la tortuga. Pero el cazador prometió a la tortuga:
- No te desanimes, iré a verte todas las tardes, e intentaré convencer al responsable del zoo para que todos los días, puedas comer la hierba de alrededor de la jaula de los monos.-
Y así pasó. La tortuga feliz y contenta con el cariño que le tienen, pasea por todo el jardín y es la misma gran tortuga que vemos todos los días comiendo la hierba alrededor de la jaula de los monos.
El cazador la va a ver todas las tardes y ella conoce desde lejos a su amigo por los pasos. Pasan un par de horas juntos, y ella no quiere que él se vaya sin que le dé un par de palmaditas de cariño en la espalda.
Espero que os haya gustado y que hayáis aprendido mucho
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario