martes, 10 de junio de 2014

El Tesoro de Carambolo


Aquí os dejo un poco de información sobre el Tesoro de Carambolo.
Las piezas fueron ocultadas dentro de una estructura oval, en la que además había abundantes huesos de animales y cerámica del tipo que se ha denominado "carambolo", lo que ha hecho pensar en un posible espacio de culto o destinado a algún ritual. La interpretación más aceptada afirma que servían de exorno para un dignatario religioso o político, o quizás para dos, ya que aunque todos los elementos que componen el tesoro parecen haber salido de un mismo taller, se pueden identificar dos conjuntos en base a la decoración. Una interpretación reciente propone la posible utilización de algunas piezas en el adorno de toros sagrados, basándose en paralelos arqueológicos y etnográficos.

El Tesoro de El Carambolo es un conjunto de varias piezas de oro y cerámica que primitivamente se creyeron de origen tartésico. Recientes investigaciones lo consideran el ajuar propio de animales que eran sacrificados en templos de origen fenicio dedicados al dios Baal y la diosa Astarté. Fueron encontradas en el cerro de El Carambolo en el municipio de Camas, a tres kilómetros de Sevilla.


A tres kilómetros de Sevilla, unos pequeños cerros a los que llaman carambolos se elevan casi un centenar de metros sobre las aguas del Guadalquivir. En uno de ellos, en el término municipal de Camas, se encuentra La Real Sociedad de Tiro de Pichón de Sevilla que iba a ampliar sus instalaciones, debido a un torneo internacional. El arquitecto que dirigía las obras no quería que las ventanas quedarán al mismo nivel que la terraza, así que mandó excavar 15 cm más.

El 30 de septiembre de 1958, uno de los obreros, Alonso Hinojos del Pino, encontró casi en la superficie un brazalete que luego resultó ser de oro de 24 quilates y de un incalculable valor arqueológico. Al observar que al brazalete le faltaba un adorno, tanto él como el grupo de trabajadores que participaba, siguieron excavando en la búsqueda de la parte restante. Pero la sorpresa fue aún mayor cuando encontraron un recipiente de barro cocido, una especie de lebrillo, conteniendo muchas otras piezas. Aparentemente eran imitaciones de joyas antiguas, de latón o cobre, por lo que no dieron mayor valor a lo encontrado. Tanto es así, que se las repartieron entre los trabajadores que habían intervenido. Uno de ellos, para demostrar que no podían ser de oro, dobló repetidamente una de las piezas hasta llegar a romperla. 

Debido a aquella absurda prueba, la marca de una perceptible rotura ha dañado para siempre uno de los elementos que tiene forma de piel de toro. 


La sensatez y el temor de posteriores responsabilidades, aconsejaron a los obreros a entregar las joyas encontradas. La leyenda comenzaba a dejar de serlo para convertirse en realidad.



Pectoral dañado





“El tesoro está formado por 21 piezas de oro de 24 quilates, con un peso total de 2.950 gramos. Joyas profusamente decoradas, con un arte fastuoso, a la vez delicado y bárbaro, con muy notable unidad de estilo y un estado de conservación satisfactorio, salvo algunas violencias ocurridas en el momento del hallazgo.

Una de las joyas más destacadas, que presenta una decoración floral bastante distinta del resto del tesoro, consiste en una cadena doble con cierre decorado, de la que penden siete de los ocho sellos giratorios originales


Estos sellos, que en su origen podrían haber servido para marcar propiedades, sellar contratos, o acreditar un control administrativo, se clasifican como correspondientes a la época tartésica orientalizante y se cree que podían haber dejado de tener su función original como sellos y haberse convertido posteriormente en mera joya de adorno.

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